HIJAS DE LA CARIDAD DE SAN VICENTE DE PAÚL

San Vicente de Paúl

DIA DE LA ENCARNACIÓN

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martes, 17 de enero de 2012

VIDAS CON SABOR NARANJA



El Domingo día 22 Enero será trasmitido en Pueblo de Dios en la 2 el programa dedicado a la labor de Las Hijas de la Caridad, implicadas con los barrios cordobeses de El Naranjo y Polígono Guadalquivir

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El Barrio del Naranjo, al norte de Córdoba, en las estribaciones de Sierra Morena, hace 60 años que era sólo un naranjal y una cárcel de presos políticos. Las familias vivían en chabolas y en cuevas. En 1954 llegó un joven sacerdote cordobés, Agustín Molina, con vocación de servicio a los pobres. Entre los naranjos, levantó un corralón para celebrar misa, y sembró su sueño de justicia y dignidad para habitantes del suburbio. Movilizó a toda Córdoba con la famosa “Operación ladrillo” para que le ayudaran construir, ladrillo a ladrillo, una guardería, una escuela unitaria, un dispensario médico y casas para los sin techo. Con fe, coraje y ayuda de mucha gente el sueño del “Padre Ladrillo”, como se le conocía popularmente, se hizo realidad. Don Agustín murió en loor de santidad en 1995, después de casi 40 años de párroco en Santa Victoria del Naranjo.

Hijas de la Caridad

El campo del Naranjo ya no es lo que era. Ahora es un barrio obrero, aunque con altísimo porcentaje de parados, y tiene 4.000 habitantes.





La ingente obra del “Padre ladrillo”, en la que desde el principio colaboraron las Hijas de la Caridad, sigue en pie. Sus obras más significativas, el Colegio y la Escuela Infantil, están junto al nuevo templo. Hablamos con las madres y nos dicen que les gusta su barrio y que están contentas con la educación que reciben sus hijos en los dos centros de la parroquia. La Escuela Infantil se abrió en 1961 y desde el comienzo ha estado llevada por las Hijas de la Caridad. Por ella han pasado prácticamente todos los niños del barrio y en ella se fraguó su futuro. Sor María Luisa Berrón, directora de la escuela, lleva 47 años en el barrio. Ella ha dado continuidad a la presencia interrumpida de las Hijas de la Caridad en el Naranjo y al sueño del “Padre ladrillo”.
Aunque el horario de la guardería es de nueve de la mañana a cinco de la tarde, con comida incluida, a las siete y media de la mañana empiezan a llegar los hijos de los trabajadores. Son unos 30 porque desgraciadamente el 80 por ciento de los padres de los niños no tienen trabajo.
Las madres son las que sacan a la familia adelante trabajando en el servicio doméstico en las zonas residenciales y casas nobles del centro de la ciudad. Sor María Luisa Parias, que lleva 33 años en el barrio, nos ha enumerado algunas de las actividades que las Hijas de la Caridad han llevado a cabo además de la guardería: clases en el colegio parroquial, clases para adultos, talleres de mecanografía, corte y confección, dispensario médico, visitas domiciliarias…
Son 108 niños y niñas, 41 de cero a tres años y el resto de tres a seis años. Tres Hijas de la Caridad y doce personas más cuidan que los niños rían, jueguen, coman, aprendan y sueñen. Sus vidas tienen el dulce sabor de los naranjos de las calles del barrio.
La guardería está concertada en el tramo de 3 a 6 años y los niños no pagan nada. De cero a tres años, la mitad de ellos tampoco pagan nada porque sus padres no pueden, y el resto paga una media de 45 euros al mes.

Polígono del Guadalquivir

En el Polígono del Guadalquivir visitamos la casa de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl que llevan el trabajo social de la parroquia de Santa Luisa de Marillac. Encontramos a la comunidad reponiendo fuerzas porque el día que comienza es largo y el duro el trabajo. Sor María Jesús, que lleva 32 años de enfermera en el hospital Reina Sofía, y sor Isabel que está dedicada en cuerpo y alma a la parroquia, son las más jóvenes. Sor Marciana, tiene 80 años y da clases de alfabetización a las mujeres; sor Inmaculada tiene 71 y está al frente de Cáritas parroquial y sor Leonor, con 66 años, atiende el ropero y visita a los enfermos. Las Hijas de la Caridad llegaron al Polígono del Guadalquivir en 1989 llamadas por el obispo de la diócesis para que atendieran a los pobres y colaboraran con la parroquia. El desempleo está causando estragos en las familias del Polígono y muchas tienen problemas de supervivencia. La parroquia de Santa Luisa de Marillac, que cubre un área con 15.000 habitantes es testigo de ello.
La mitad de la población del Polígono es de origen gitano. También hay inmigrantes árabes y algunos africanos. Para atender los casos más urgentes, la parroquia, Cáritas y las Hijas de la Caridad han puesto en marcha un almacén de alimentos. Cuentan la colaboración de 20 voluntarios que están a la caza y captura de alimentos por todas partes, incluso pidiendo de puerta en puerta, para que las familias del barrio no pasen hambre. Los alimentos provienen del Banco de Alimentos, Comunidad Europea, Merca-Córdoba, Hermandades religiosas, Operación Kilo, tiendas de comestibles y de personas particulares. En Córdoba, como en tantos otros lugares, la generosidad y la solidaridad están haciendo más llevadera a las familias la crisis económica.
Más de 300 familias del barrio, 1.600 personas, de toda clase y religión, tienen comida gracias a la ayuda que reciben de la parroquia. Habría que dar más y a más familias pero las existencias son limitadas.Si no hay dinero para comprar alimentos menos para ropa, por eso las Hijas de la Caridad han abierto un ropero en el local del barrio inicialmente destinado a Centro de Animación Sociocultural pero que nunca funcionó. La ropa que más se necesita es la de niño y bebé pero es la que menos llega.

Voluntarias AIC

Las Voluntarias de la Caridad pertenecen a Asociación Internacional de Caridad de San Vicente de Paúl constituida hace 400 años. En Córdoba son casi un centenar de voluntarias, algunas con más de 25 años en la asociación. Su labor social no se limita al taller de costura sino que abarca: reparto de alimentos, vista a los enfermos y ancianos y otras ayudas. También colaboran con otras organizaciones en situaciones de especial necesidad.
Anualmente de la venta de la ropa que ellas confeccionan sacan en torno a los 5.000 euros. Las voluntarias, además de su tiempo y su trabajo, aportan mensualmente una cantidad de dinero cada una a la medida de sus posibilidades. Por otra parte, las Voluntarias de la Caridad tienen reuniones periódicas de formación para darle sentido cristiano a lo que hacen y compartir sus vivencias en el servicio a los pobres.

Julián del Olmo


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