
SEÑOR, bendice mis manos para que sean delicadas y sepan tocar sin jamás aprisionar; que sepan dar sin calcular y tengan la fuerza de bendecir y consolar.

SEÑOR, bendice mis ojos para que sepan ver la necesidad y no olviden nunca lo que a nadie deslumbre; que vean detrás de la superficie, para que los demás se sientan felices por mi modo de mirarles.

SEÑOR, bendice mis oídos para que sepan oír Tu voz y perciban muy claramente el grito de los afligidos; que sepan quedarse sordos al ruido inútil y la palabrería, pero no a las voces que llaman y piden que las oigan y comprendan, aunque turben mi comodidad.

SEÑOR, bendice mi boca para que dé testimonio de Ti y no diga nada que hiera o destruya; que sólo pronun-cie palabras que alivian, que nunca traicione confidencias y secretos, que consiga despertar sonrisas.

SEÑOR, bendice mi corazón para que sea templo vivo de Tu Espíritu y sepa dar ca-lor y refugio; que sea ge-neroso en perdonar y comprender, y aprenda a
compartir dolor y alegrías con un gran amor.

Dios mío, que puedas disponer de mí con todo lo que soy y con todo lo que tengo
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